miércoles, 1 de junio de 2011

LAS CAMISETAS SON PARA EL VERANO...

     A primeros de Junio comenzaban las clases matinales, es decir, no había más cole por la tarde, es decir…: ¡¡empezaba el verano!! Y de algún modo, sigue siendo así. Puede llover, tronar o granizar, puede que no haya llegado aún San Juan con el solsticio, puede que no nos quitemos el sayo hasta el día 10, pero pase lo que pase y digan lo que digan: ya es verano.
No he encontrado una camiseta como la mía
color salmón de Abanderado, con bolsillo en
el pecho, que mira que era simple, pero era
ponérmela y sentir el verano...
     Cuando era pequeña, el primer indicio del verano lo daba el cambio de armario. Mi madre sacaba del maletero de su armario empotrado dos maletas enormes de ese material que era una mezcla entre cartón y polipiel, recuerdo perfectamente que una era gris y otra granate. Se iban sacando las prendas y comprobando a “quién” le valían este año. Algunas veces veías con pena cómo tu vestido favorito pasaba a la siguiente hermana, pero casi siempre te caía algo de la mayor que lo compensaba. Además en esta época se intercambiaban bolsones de ropa procedentes de primos, amigos o conocidos, y si había suerte, siempre te tocaba algo más en el reparto.
     Pero la auténtica llegada del verano venía del permiso materno sobre el uso de la ropa: cuando tu madre asentía afirmativamente ante el hecho de que salieras a la calle “solo” con una camiseta de manga corta. No sé si se cumple en todas las generaciones, pero en la mía las madres tenían una tendencia impulsiva e irrefrenable a enviarnos  al colegio forrados hasta las cejas, a veces literalmente (recordemos esos pasamontañas de lana dignos de Noeli y su abuelito lapón), así que quitarse capas de encima era una auténtica señal de que las vacaciones estaban cerca.
Ésta es la piscina con la que soñábamos
sustituir a la palangana verde...
     El siguiente y claro indicio veraniego, era poder salir a la terraza a jugar. Lo mismo que con el exceso indumentario, las madres tenían pánico a las condiciones climáticas externas, y debía brillar un sol radiante que obligara a bajar el toldo al máximo, para obtener el susodicho  beneplácito y sacarse las barbies a la terraza. Quizá el hecho de que utilizáramos las jardineras como vegetación de la piscina-barreño de nuestras muñecas (¡¡cuántos zapatos se perderían en aquellas raíces!!), y que ciertas cantidades de agua se nos escaparan hacia terrazas inferiores…pudiera tener también algo que ver con la dificultad de obtener este permiso… pero nunca ha podido ser empíricamente demostrado.
     Mirar a un cielo increíblemente estrellado desde una hamaca, al frescor nocturno de la calle de un pueblo casi inexistente, comer nísperos al pie de la piscina, el gazpacho casero, dar un paseo nocturno en familia hasta el quiosco de helados, o ir en cá Pepe a por flases y pipas…son ya contenido de otras entradas, realidad que el pasado se empeña en difuminar como un sueño.
     Ahora mis veranos están hechos de salitre y bicicletas, de cigarras chillonas a la sombra de un porche de jazmín, de olor a crema eau de rochas y de tarteras de fiambre frente a las olas.
     Las cosas que lo rodean y lo conforman, como todo, van cambiando, pero está claro que hay algo que nunca cambia: el verano ¡¡¡¡¡molaaaaaaaaaaa!!!!
     
     Así que a veinte días de la entrada oficial del estío…yo, desde luego, lo tengo claro:

 !!!!! FELIZ VERANOOOOOOOOOOOOO¡¡¡¡¡

2 comentarios:

  1. Que de recuerdos me has traido. Desde luego compartimos somos de generaciones parecidas porq lo q viviste tu lo vivi yo. En mi caso ademas de salir a jugar a la terraza era el poder jugar con agua, globos de agua, mangueras, palanganas para meter a las muñecas, todo valia!!!
    Gracias por estos recuerdos. Bsssss

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  2. Pues la verdad es que alegro de que compartamos recuerdos, porque los míos son tan estupendos que no los cambiaría por nada. Con todo, fue una infancia feliz y fructífera...aprendimos a usar baldes y botellas de plástico para recrear piscinas y trampolines de muñecas, que eso se lo pides a un niño de ahora y vamos, se te ríe en la cara...así que en el fondo tuvimos suerte de pertenecer a la misma generación :D

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